viernes, 27 de julio de 2012

El diario La Nueva España entrevista al Abad de Covadonga: "La principal preocupación en Covadonga es mantener viva la espiritualidad".

-Después de cuatro años como abad de Covadonga, ¿cuál es su balance?
-El balance es muy positivo porque es un lugar muy entrañable para los asturianos y de una gran proyección. Es una experiencia humana y sacerdotal que enriquece profundamente. Tiene su complejidad, no es una labor fácil, porque hay que tener en cuenta muchos aspectos y la sensibilidad con que todos miramos a Covadonga.
-¿Dónde encuentra la mayor complejidad?
-Uno debe de ser muy sensible a la pluralidad de matices, estar abierto a la idea que cada uno tiene. Covadonga es un lugar profundamente espiritual, pero también abierto a unos visitantes que no siempre son peregrinos. Es fundamental la actitud de diálogo y de acogida, que responde al espíritu de todo santuario, y más en este caso. Exige armonía de corazón y de espíritu y un conocimiento profundo de la honda significación de Covadonga.
-¿En qué consiste, exactamente, ser el abad de Covadonga?
-En velar por que el santuario mantenga su identidad y su lenguaje, inicial y fundamentalmente espiritual. Estar muy abierto a la realidad humana y eclesial que nos rodea; la gente viene con sus historias, vivencias y mentalidad. Coordinar el santuario, haciendo que sea un lugar, sobre todo, de acogida. Tenemos el santuario, la santa cueva, la escolanía, la acogida de peregrinos, etcétera. También mantener una estrecha colaboración con el Arzobispo y ser muy sensible a las necesidades que plantea el santuario, que van cambiando.
-¿Cómo ha evolucionado el número de visitantes?
-Ha crecido considerablemente. A lo largo del año supera los dos millones y medio de personas. Es una cifra muy significativa.
-¿Cómo es un día rutinario en su vida en el santuario?
-Alas 8:30 horas estamos en la Basílica para la oración de la mañana y la misa. Después desayunamos los sacerdotes juntos y programamos las tareas del día. Suelo celebrar la misa de la santa cueva y dedico la mañana a tareas y gestiones del santuario. Comemos en común, y por la tarde preparo alguna conferencia o publicación, hasta las 18:30 horas, cuando tenemos el rezo. Hasta la hora de la cena solemos atender tareas propias del santuario. Siempre es un programa abierto porque a Covadonga llega mucha gente y para mí es una prioridad el estar lo más disponible que pueda para atenderla.
-¿Qué significa Covadonga para los asturianos?
-Mucho. Venir a Covadonga nos ayuda a comprender el alma de Asturias, su historia, su espiritualidad y su sensibilidad. No sólo por la naturaleza o por la historia, sino también por cómo rezamos, cómo venimos. La religiosidad en otras zonas de España es más expresiva, aquí en Asturias los sentimientos son más contenidos, pero intensos. Estando aquí, uno se da cuenta de lo hondo, lo profundo que está metido en el alma de los asturianos.
-¿Y para usted?
-Soy asturiano, por lo que participo de ese sentimiento y de las emociones que sentimos en Covadonga. Como sacerdote, el santuario es parte muy importante de la vida de la Iglesia en Asturias. Como historiador, estar en un lugar con una historia tan definida con su identidad me produce una satisfacción enorme. En el plano pastoral, la riqueza humana del contacto con los peregrinos, con situaciones muy diversas, me enriquece enormemente. A Covadonga se viene con el corazón casi en la mano.
-¿Perciben aquí la situación económica y social que se vive en el país?
-Sí, percibimos la situación de crisis, que no sólo es económica, afecta a valores muy profundos. No sólo en el ámbito de los aspectos materiales o económicos, sino también porque vemos que la gente viene con bastante tristeza, con desesperanza, con mucha preocupación. Eso permite percibir que se viene a Covadonga buscando aliento, fortaleza, ánimo, esperanza.
-¿Cómo cree que conviven en Covadonga la dimensión espiritual y la turística?
-No son en absoluto excluyentes. Nosotros solemos hablar de visitantes. Pueden venir con motivación preferencialmente religiosa y la visita es una peregrinación. Llegan desde Asturias, de otroslugares de España o de fuera, muchos de Estados Unidos, México e Hispanoamérica. Luego, está el visitante que viene a conocer Asturias, que puede tener una vivencia religiosa aunque no haya venido con ese motivo, y hay una parte cuya prioridad es turística. Nuestra principal preocupación es manter viva la espiritualidad, un mensaje, una luz que creemos que también enriquece a quien puede venir solo por turismo.
-Han reforzado los lazos con la emigración asturiana, ¿cómo lo sienten afuera?
-Tienen una hondísima tradición en Covadonga y su visita es extraodrinaria, vienen familias enteras y arrastran a sus familiares de aquí. Estuve recientemente en Venenzuela y abrimos un cauce de comunicación; ahora estamos desarrollando un proyecto de restauración de la exedra de La Santina. Lo promueven y financian desde allí, buscando que haya un signo de esa devoción de la emigración asturiana hacia Covadonga.
-¿Qué otros elementos necesitan restauración en Covadonga?
-Hay muchas cosas que piden un mantenimiento, como la pavimentación de la explanada de la Basílica. Barajamos, además, una ampliación y reordenación del Museo y nos gustaría que hubiera una sala de exposiciones temporales, para que parte del patrimonio se pudiese dar a conocer un poco más. El santuario es un espacio tan abierto y de tal proyección que abre muchas posibilidades.
-En otoño comienzan la Novena del Año de la Fe.
-Sí, ha sido promovido por el Papa para toda la Iglesia Católica y, aunque empieza en octubre, en septiembre va a venir el Nuncio Apostólico en España. Será un momento extraordinario, intenso, vendrán personas de todas las parroquias y todos los grupos. Queremos que toda la renovación en las mejoras de la santa cueva, la exedra y demás componentes de tipo litúrgico y simbólico estén preparados para ese momento.
-Dos tiendas del santuario fueron objeto de robos hace algunas semanas, ¿cómo lo han vivido?
-Es una experiencia triste, dura, difícil y desagradable, que nos ha obligado a intensificar la seguridad en el santuario. Pero no nos impide seguir mimando, cuidando y poniendo ilusión en lo que Covadonga significa. Este es un lugar abierto en el sentido más amplio y positivo de la palabra, es un lugar de paz y tranquilidad.
Historiador y sacerdote
Juan José Tuñón nació en Pola de Lena en 1956, estudió en el Seminario de Oviedo y obtuvo la licenciatura en Geografía e Historia en la Universidad de la capital asturiana. Además, es licenciado y doctorado en Historia de la Iglesia por la Universidad Gregoriana de Roma y diplomado en Archivística, Paleografía y Diplomática en el Archivo Vaticano. Destaca su faceta como docente en el Seminario de Oviedoy su dilatada experiencia como párroco de Naveces, Santa María del Mar, Santiago del Monte y Bayas, todos ellos pueblos del concejo de Castrillón, donde estuvo 23 años. En 2008 fue nombrado Abad de Covadonga por el anterior arzobispo, Carlos Osoro. Pertenece a varias comisiones de patrimonio. Es miembro del Real Instituto de Estudios Asturianos (RIDEA) desde marzo y buen conocedor de la historia de Covadonga, sobre la cual ha realizado varios trabajos, como «Patronazgo real y vida capitular en Covadonga (s.XVIII)» e «Intervención episcopal y religiosidad popular en Covadonga (s.XVI-XIX)».
Publicado por Patricia Martínez
Diario la Nueva España 27/7/2012