El origen de las fiestas
dedicadas a Ntra. Sra. de Covadonga en Méjico se debe al empeño de siete
asturianos, allí residentes, de extender la devoción a la Virgen de Covadonga
en aquel lejano país. Para ello acordaron en 1773 solemnizar los cultos y
celebrar anualmente la fiesta el día del Patrocinio. Los nombres de estos
asturianos son: el Licenciado D. Vicente de Soto, Capellán del Convento de
Religiosas de Valvanera, don Francisco Meléndez, don Toribio Noriega, don José
González Guerra, don Francisco Fernández Canel, don Fernando Argüelles y don
Juan González Guerra. Ellos fueron quienes acordaron el celebrar los cultos en
la Iglesia de las Religiosas de Valvanera y costear los gastos ocasionados por
tales motivos.
Debido al entusiasmo y la
devoción de los fieles, tan sólo seis años más tarde la reducida Iglesia de
Valvanera se quedó pequeña ante la enorme masa de gente que acudía allí a
celebrar la festividad de la Virgen. Decidieron entonces trasladar los cultos a
la Iglesia de Santo Domingo, una de las iglesias de mayor capacidad que
existían en la capital azteca, y encargaron construir un retablo con la imagen
de la Virgen de Covadonga que se colocó en el crucero de la citada iglesia.
Para ello, realizaron una colecta y acordaron que en años sucesivos se
destinara un mínimo de 4.000 pesos para poder continuar con dicha tradición.
Deseando asegurar a perpetuidad
esta celebración se reunieron los naturales y originarios del Principado de
Asturias y convinieron que el medio más oportuno para continuar celebrándola
era promover que se fundara una congregación que llevara el título de Nuestra
Señora de Covadonga. Para tal efecto redactaron las Constituciones por las que
habían de regirse remitiéndoselas, por mediación de don Martín Mayorga,
entonces Virrey interino de la Nueva España, al rey Carlos III, dignándose éste
el aprobarlas de acuerdo al informe del Fiscal del Reyno en fecha tres de julio
de 1784.
Estas Constituciones fueron una
copia de las que regían en la Congregación de Nuestra Señora de Covadonga de
Madrid y fueron impresas en Méjico en 1785 bajo el título de: “CONSTITUCIONES
DE LA CONGREGACIÓN DE NUESTRA SEÑORA DE COVADONGA, DEFENSORA Y RESTAURADORA DE
LA LIBERTAD ESPAÑOLA, FUNDADA BAXO LA REAL PROTECCION POR LOS NATURALES Y
ORIGINARIOS DEL PRINCIPADO DE ASTURIAS, Y OBISPADO DE OVIEDO”. En la parte
final también incluían una breve noticia de la antigüedad y de la situación del
Santuario de Santa María de Covadonga, notas que habían sido tomadas en 1572
por el cronista Ambrosio de Morales en su “Viage Santo” realizado por los
reinos de León, Galicia y Principado de Asturias bajo el encargo de Felipe II
de reconocer las Reliquias de Santos, Sepulcros Reales y Libros Manuscritos de
las Catedrales y Monasterios.