domingo, 9 de mayo de 2010

La Escolanía de Covadonga

Siempre que se habla de los orígenes de este coro de voces angelicales suele citarse como su fundador a quien fuera el primer arzobispo de Oviedo, don Francisco Javier Lauzurica y Torralba en 1951, pero lo cierto es que existió otro anterior que había sido creado por su predecesor.
Los canónigos de Covadonga, para quienes rendirle honores a la Santina era una preocupación constante, sabían que con la creación de un coro en el real sitio darían un mayor realce a las celebraciones litúrgicas durante todo el año y no sólo en días de fiesta como se venía realizando hasta entonces. La pregunta era cómo llevar a cabo dicho proyecto y de qué forma financiarlo para que tuviera una continuidad ya que mantener un considerable grupo de niños durante todo el año, en período de posguerra, suponía un enorme esfuerzo que muy pocas arcas podían resistir.
Hasta la guerra civil, celebraciones como la novena de la virgen eran amenizadas por las voces de grupos como los “Seises”, procedentes de Llanes, o la “Schola Cantorum”, dirigidos por el inolvidable don Marino Soria. Pero en Covadonga, según se desprende del acuerdo del Cabildo del 23 de octubre de 1939 ratificado en sesión del 21 de mayo del año siguiente, no es hasta una vez finalizada la contienda cuando comienza a crearse un pequeño grupo de voces formado por algunos estudiantes que, poco a poco, iban configurando la que más tarde se conocerá como Escolanía de Covadonga.
Creada por el Obispo don Benjamín Arriba y Castro, en mayo de 1945 fue erigida como seminario menor por decreto del 30 de septiembre de 1946. Sus primeros alumnos fueron José Roque García González y José Antonio Muñiz, de Sama de Langreo y de Sama de Grao, respectivamente; Desiderio de la Fuente y Ramón Alonso Suárez, que llegaron de Cangas de Onís; Pedro Luis Gutiérrez, de Cofiño; Santiago Fernández López, de Arbón; Salvador Rodríguez Montoto, de Pendueles; Cecilio Fernández Testón y José Dosal Gómez, de Panes; Vicente Luis María García Herre
ro y José Andrés Menéndez Viejo, de Oviedo; José Antonio Vallina, de San Julián de los Prados; Paulino Suárez Salido y Gerardo García Vallina, de Noreña; José Antonio Sánchez Suárez, de Tiñana; Manuel Sierra Prado, Severino Sierra del Río, Antonio Medina González y Enrique Montes Álvarez, del Hogar de San José; y Jesús Rodríguez García, de Piñeres.
Su primera sede fue en el edificio de “La Casona” (frente a la basílica y donde hoy se encuentra la Biblioteca y Sala Capitular). En la planta baja, a la derecha, estaba el comedor mientras que arriba, tras subir unas viejas y chillonas escaleras de madera, se encontraban las habitaciones.
La primera obligación de los escolanos tras levantarse y el aseo personal era la de asistir a misa. A continuación comenzaban las clases como en cualquier colegio solo que, en este caso, la educación corría a cargo de las señoritas Teresianas. Tras la comida -por cierto, no muy abundante-, dormían la siesta y jugaban al balón hasta que de nuevo se reanudaban las clases. A última hora de la tarde iban a rezar el Ángelus a la basílica y les tocaba el ensayo que realizaban tras el altar. Todos los días este ritmo podía parecer agotador pero, lo cierto es que, también había tiempo para la diversión. En los recreos jugaban
al fútbol con el canónigo don Manuel García, realizaban excursiones a la Cruz de Pelayo, a Orandi, a los Lagos o simplemente daban un paseo hasta el Repelao, La Riera o Llerices, pueblos a los que también se desplazaban para pedir prestados zurrones cuando tenían que representar alguna obra de teatro, sobre todo en Navidad.
Su primer Rector fue don Amaro Alonso Campal (Abad del Santuario); su primer director artístico don Medardo Carreño Suárez (nacido en Oviedo, aunque él se consideraba de Candás); su preceptor don Julio Folledo; organista, el mallorquín Julián Samper; director espiritual don Manuel Loredo Somonte, (Magistral); Secretario de estudios, don Martín Andréu Valdés, (Canónigo Archivero); Administrador, don Alejandro Roces Nachón, (Beneficiado); Prefectos de disciplina eran don Domingo Caso Fernández (Canónigo), y don José González Merás (Beneficiado); mientras que su confesor era el entonces Coadjutor de Cangas de Onís, don José Tomás Díaz Caneja.
Tres años más tarde, en el verano de 1948, interrumpió su actividad entre otras causas debido a la muerte de don Medardo y al traslado de algunos de sus alumnos al Seminario de Oviedo. Pero en 1951, gracias a la insistencia y empeño de un joven canónigo recién llegado a Covadonga y que años más tarde sería abad del santuario (don Emiliano de la Huerga), el Arzobispo de la diócesis don Francisco Javier Lauzurica y Torralba decidió crear una nueva escolanía.
A partir de entonces su sede se ubicó en el antiguo “Mesón”, un viejo edificio del siglo XVIII situado en el Parque del Príncipe y que el arquitecto Javier García Lomas y el pintor Paulino Vicente se habían encargado de restaurar unos años antes. De esta nueva escolanía (veintitrés niños mas otros seis que se incorporaron posteriormente), se hizo cargo don Emilio Barriuso Fernández, quien contó con la estrecha colaboración de don Emiliano de la Huerga, encargado de desarr
ollar las pruebas de ingreso y de seleccionar las voces.
El clima húmedo y frío de Covadonga hizo mella en la salud de Barriuso y al año siguiente fue sustituido por don Florentino Pérez Rebollar, a quien acompañaba como subdirector el sacerdote José Ramón Lobo Méndez (cesado el 29 de octubre de 1956 por haber sido llamado a ejercer de profesor en el Seminario Menor de Covadonga). Su puesto lo ocupó don Aladino Alonso y las pruebas de voz para la admisión de nuevos escolanos eran realizadas por el célebre músico don Alfredo de la Roza Campo, Director de la Schola Cantorum del Seminario de Oviedo.
El 12 de abril de 1964 falleció don Francisco Javier Lauzurica y Torralba y su sustituto, don Vicente Enrique y Tarancón, nombró como nuevo director musical a don Fernando Menéndez Viejo. A partir de entonces el repertorio, que conjugaba lo profano con lo religioso, comienza a inclinarse más hacia temas litúrgicos como himnos, salmos o aclamaciones y proliferaron las actuaciones fuera del Santuario. Tanto en esta etapa, como en la anterior, la enseñanza estuvo en manos de las señoritas Teresianas y se veló especialmente por la higiene y el aseo personal. En este aspecto hemos de decir que algunas veces el ir a la ducha podía resultar reconfortante pero otras podía ser matador, según el turno que a uno le tocara. Por ello, las peleas por intentar ser el primero a ver si le tocaba a uno un poco de agua caliente eran la orden del día.
En septiembre de 1968 Menéndez Viejo abandonó la dirección de la escolanía al incorporarse como coadjutor-organista a la parroquia de San Lorenzo de Gijón. La labor llevada a cabo por éste en Covadonga continuó dando sus frutos, incluso, a escasos meses de su marcha. El 7 de diciembre de ese año la escolanía ganó el primer premio en el V Concurso Provincial de Villancicos celebrado en la Delegación Provincial de Sindicatos, mérito que le dio el pasaporte para competir en el Certamen Nacional que se celebró en Madrid. En este quedaron primeros de grupo y accedieron a la final, en la que no llegaron a rendir satisfactoriamente debido a que el día anterior tuvieron un accidente de autobús cuando se dirigían a conocer el aeropuerto de Barajas.
En ese mismo año fue nombrado Abad del Santuario don Emiliano de la Huerga y llegó, procedente de una parroquia de Mieres, don Ignacio Lajara, perfecto conocedor de la escolanía por haber cantado con esta en numerosas ocasiones y por haber sido integrante de la Schola Cantorum del Seminario.
A partir de entonces se abrió otra nueva etapa en la formación musical que vino marcada por el cambio de ubicación de su sede. Se pasó del “Mesón” al edificio
del Seminario (antiguo Hostal Favila). El tiempo de vacaciones de los niños, anteriormente reducido a unos días el día de la fiesta del pueblo y a la Navidad, se vio incrementado a un mes durante el verano y se racionalizó el canto de las bodas a un tope máximo de tres al día. (Con anterioridad hubo días en los que se llegaron a cantar hasta seis seguidas).
La reforma de la Educación llevada a cabo en los años setenta trajo consigo la conversión de la Escolanía en Escuela-hogar y supuso la ampliación del centro a 60 plazas. Esto supuso un aumento considerable del número de empleados contratados por el Santuario para cuidar y educar a los niños mientras que por otro lado los ingresos se vieron reducidos por la anteriormente citada racionalización de bodas.
La marcha de Lajara, debido a sus problemas de salud, hizo que durante un año la escolanía estuviera en manos de los alumnos más aventajados hasta la llegada de don Leoncio Diéguez Marcos. Fue en 1975, tras haber sido director de la escolanía del Valle de los Caídos y del Pilar de Zaragoza junto a un gran músico, compositor y organista, el Padre José Jordán, autor de los conocidos “Salmos Responsoriales” que todavía hoy se cantan en las celebraciones litúrgicas. Para ocupar la dirección, Diéguez, había expuesto una serie de condiciones entre las que se encontraban: que el director de la Escolanía debería ser Canónigo del Santuario (y no beneficiado), y que
los escolanos tuvieran una oferta musical más amplia. Aquí se encontró con un grupo de 29 escolanos, estableció una semana de pruebas para los nuevos alumnos y se dedicó a reclutar niños visitando campamentos estivales hasta que consiguió formar un grupo de sesenta voces. A partir de entonces la Escolanía experimentó un avance extraordinario y los niños, además del piano, podían aprender a tocar otros instrumentos como el violín, el violonchelo o la flauta travesera.
El prestigio musical de don Leoncio era más que conocido en toda la diócesis, éste contactó con el conservatorio de Oviedo para que unos cuantos profesores se acercaran, de vez en cuando, a impartir clases en Covadonga. A partir de entonces los niños tomaron sus estudios más en serio, llegando incluso a realizar competiciones entre ellos para ver quien era el mejor. Esta forma de competición hizo que los instrumentos no se tocaran por mera diversión o entretenimiento lo que les supuso a muchos de los alumnos adquirir un gran nivel musical y forjarse, posteriormente, un futuro profesional relacionado con el ámbito de la música ya que muchos de ellos hoy son directores de orquesta, profesores de Conservatorio, pianistas, organistas, violinistas y violonchelistas. De este modo, poco a poco, la escolanía se fue perfeccionando musicalmente llegando a alcanzar un alto nivel interpretativo. Tal fue así que, a comienzos de los años ochenta, los escolanos participaron junto a la Orquesta Sinfónica de Asturias, en el Teatro Campoamor, en óperas como Carmen, de Bizet, o la Bohème, de Puccini. También ofrecieron actuaciones en numerosos puntos de la geografía española como las llevadas a cabo en Oviedo, Gijón, Valencia, León, Huesca o Madrid (ésta última en el Teatro Real). Pero, sin duda alguna la actuación que marca la pauta, cuando a la hora de hablar de la escolanía de Covadonga se refiere, es la que ofreció el 26 de septiembre de 1987 en Bolonia (Italia,) dentro de un festival en el que interpretaron obras junto con el Coro de la Escala de Milán y la Orquesta Sinfónica de Londres, dirigida por Lorin Maazel. Entre el público asistente a este festival, además de numerosas personalidades del mundo de la cultura, se encontraban la Madre Teresa de Calcuta y S. S. el Papa Juan Pablo II. Sin duda alguna, este fue un recuerdo imborrable para quienes entonces eran escolanos. Muchos de estos, y hoy asiduos de Covadonga, cada vez que visitan la escolanía recuerdan aquel memorable acto que marcó la época más gloriosa de esta institución.
Tras ser don Leoncio nombrado director del Conservatorio de Música de Oviedo se encargó de la escolanía uno de sus alumnos más aventajados, Juan Carlos Laria de la Maza quien continuó con la labor llevada a cabo por su predecesor, apoyado por éste desde Oviedo. Al cabo de unos años los conciertos se fueron reduciendo y la principal fuente de financiación (las bodas), apenas se cantaban. Maza, como hoy es conocido, estuvo cinco años de director musical, hasta
1993 fecha en la que un pariente suyo, Jorge de la Vega Laria, también antiguo escolano, se hace cargo de esta hasta la actualidad. Ambos habían estudiado juntos en la Schola Cantorum de la Catedral León y no perdieron el contacto con don Leoncio quien se trasladaba algún fin de semana o en épocas estivales a dirigir los ensayos, sobre todo en vísperas de alguna solemnidad.
Durante esta última etapa de la formación las condiciones de los niños mejoraron notablemente. El edificio se reformó interiormente casi por completo y se adaptó a las necesidades actuales, las visitas de los padres así como las vacaciones eran más frecuentes, incluso son ampliadas si se tienen que quedar en el Santuario por alguna celebración. Nuevamente fue la ley de educación, en este caso la L.O.G.S.E., la que conlleva un profundo cambio en la vida de la escolanía. Los mayores que estudiaran secundaria deberían bajar a estudiar al Instituto de Cangas de Onís mientras que los de primaria recibirían las clases en Covadonga. Esto supuso un cambio en la dinámica de la institución ya que continuamente se debían de hacer reajustes en el tiempo y la distribución de los ensayos. Se dejaron de cantar bodas y rosarios. La única actividad diaria de los niños, musicalmente hablando, era el canto la Salve que tiene lugar al finalizar las Vísperas aunque también actuaban en las misas conventuales del sábado y de la mañana del domingo. Los conciertos fueron más locales y únicamente debemos resaltar actuaciones como las llevadas a cabo ante las ilustres visitas del Príncipe de Asturias y del Papa Juan Pablo II.
El nombramiento como canónigo de la Catedral de Oviedo de don Leoncio hace que éste se desvincule totalmente de la escolanía, la cual se resiente no sólo musicalmente hablando, sino que también en el escaso número de alumnos que la componen. Todas estas causas, unidas a otros factores, hicieron mermar el nivel musical alcanzado hasta entonces.
Hoy, para entrar a formar parte de la misma ya no es cuestión indispensable tener ciertas aptitudes o cualidades musicales (voz y oído), sino que, más bien, los niños están en el Santuario acogidos a modo de intentar inculcarles unos valores y hacer de ellos el día de mañana unas personas de bien. A pesar de ello se han vuelto a cantar bodas y realizar conciertos, incluso fuera de Covadonga. La componen un total de 28 alumnos y la formación académica corre a cargo del Ministerio de Educación y Ciencia, organismo del que reciben, respectivamente, estudios de Primaria y Secundaria en el Colegio Público Reconquista y en el Instituto Rey Pelayo de Cangas de Onís. Los estudios musicales de Solfeo y Teoría de la Música, Conjunto Vocal, Piano, Violín, Violonchelo y Contrabajo, así como la formación en el canto, son impartidos en la misma Escolanía por profesores titulados.
Esperemos que las escasas voces de hoy en día se conviertan mañana en un numeroso grupo de escolanos que hagan de la música su actividad profesional para deleite de las muchas personas aficionadas a la música que se acercan hasta este Real Sitio de Covadonga.

martes, 13 de abril de 2010

Roberto Frassinelli, el Alemán de Corao.

Robert Bartholomaüs Carl Frassinelli nació el 23 de mayo de 1813 en Ludwisgburg, en el estado alemán de Würtemberg, aunque su familia era de origen italiano, de Trento. Frassinelli estudió en Tubinga y durante estos años se convirtió en un defensor de los ideales liberales, por los que pasó una temporada en prisión. En 1854, sus biógrafos consideran que ya está definitivamente asentado en España. La razón por la cual este arqueólogo, dibujante y bibliófilo alemán eligió para vivir el pueblo de Corao en Cangas de Onís no está clara. Según el erudito local Celso de Diego, parece ser que fue debido a la relación profesional que mantenía con un librero de antiguo afincado en Madrid, miembro de la familia Miyar, por la que conoce Corao y decide quedarse en el pueblo. También pudo influir en su decisión de asentarse en este pueblo cangués el encontrarse a tan sólo dos kilómetros del palacio de Labra, residencia de uno de los más importantes bibliófilos españoles del momento, Sebastián de Soto Cortés.
La actividad principal de Frassinelli fue la compraventa de libros antiguos y obras de arte de los monasterios recientemente desamortizados. Importantes historiadores españoles le acusaron de sacar de España códices de gran valor histórico. Lo que sí es cierto es que la España del siglo xix sin duda fue un lugar idóneo para las actividades de especulación arqueológica a las que él se dedicaba.
También tomó parte en el diseño y dirección de las obras del monumental santuario de Covadonga, de la mano del obispo de Oviedo Sanz y Forés, si bien, como hemos ya apuntado, fue apartado de ellas por las presiones de la Sociedad Central de Arquitectos, que le acusaron de intrusismo profesional.
Una vez afincado en Corao, se convirtió rápidamente en un gran conocedor del Macizo Occidental de los Picos de Europa. Esto le llevó a ejercer de guía para muchos importantes viajeros que por aquel entonces realizaron exploraciones o estudios sobre la zona. Así, parece ser que acompañó por muchos lugares al eminente geólogo alemán Guillermo Schulz, en sus trabajos de campo para su Descripción geológica de Asturias. También fue uno de los primeros en representar paisajísticamente los Picos de Europa, mediante una serie de dibujos realizados a lápiz y aguada sepia que se conservan en la biblioteca de Palacio de Oriente.
Su huella en los Picos queda bien patente en su toponimia. Hoy, un pequeño charco que se encuentra en el río Pomperi, en las cercanías de Pan de Carmen, se conoce como Pozo del Alemán, ya que parece ser que iba frecuentemente a bañarse en él. El camino que une Corao con el lago Enol, debido a la frecuencia con que lo transitó, se conoce hoy en día como Ruta Frassinelli.

El canónigo Máximo de la Vega.

Máximo del la Vega nace el 19 de noviembre de 1841 en el seno de una familia acomodada de Nueva de Llanes, ya que su padre, Don Benito, era el escribano de esta localidad. Entra muy joven en el Seminario Metropolitano de Oviedo y es ordenado presbítero en 1866. Ese mismo año, con sólo 25 años, es designado, a propuesta del ministro Posada Herrera, para el cargo de Canónigo de Covadonga.
A partir de 1872, Máximo de la Vega se convertirá en el brazo ejecutor de la ingente tarea de renovación material y espiritual de Covadonga que el obispo Sanz y Forés inicia en el santuario de Covadonga. Será el capitular llanisco el que recomienda a Roberto Frassinelli como diseñador y director de la obras para la rehabilitación de la Capilla de la Santa Cueva.
Don Máximo se entregará en cuerpo y alma a conseguir que se lleven a buen término las obras del Camarín de la Santa Cueva. El 8 de septiembre de 1874, se inaugurada la primera parte del grandioso proyecto renovación de Covadonga y el obispo Sanz y Forés proclamará solemnemente que pronto se colocará la primera piedra de un suntuoso templo digno de María.
En estos años de la década de los setenta, don Máximo dedica todos sus esfuerzos a la construcción de la basílica. Así, negocia donaciones, moviliza a los fieles, organiza peregrinaciones, encarga una gama de objetos para la venta y, por supuesto, vincula a destacados políticos a su proyecto. Las obras darán comenzaron el 30 de julio de 1877 con la presencia del Rey y bajo la dirección técnica de Frassinelli; pero, a píe de obra, como un capataz encomiable siempre se encontraba don Máximo, quien decidía sobre todos los aspectos del trabajo, por eso las gentes del lugar le apodaron con el sobrenombre del Soberano.
Cuando el obispo Sanz y Forés es trasladado a la diócesis de Valladolid y el nuevo obispo Herrero y Espinosa de los Monteros decide retirar de la dirección técnica de la obras a Frassinelli, don Máximo pasa por duros momentos, ya que también quieren relevarlo a él del cargo de canónigo fabriquero. En 1884, un nuevo obispo, Martínez Vigil, confirmará a don Máximo en su puesto de fabriquero y el 10 de mayo de ese mismo año es nombrado conservador del de la Real Colegiata de Covadonga. A partir de ese momento la dedicación de don Máximo a Covadonga es absoluta, no para de viajar a Madrid en busca de fondos para culminar tan colosal proyecto.
Don Máximo no sólo se preocupó por el engrandecimiento de Covadonga, también fue un gran promotor de toda la comarca. Promovió la construcción de la carretera a los Lagos y la de Corao a Nueva, así como promocionó notablemente el turismo de naturaleza en el Macizo del Cornión. Su cabaña y su barca en el lago Enol fueron visitadas por importantes personajes en el último cuarto del siglo XIX.
En uno de sus múltiples viajes a la capital en busca de fondos enferma de una fuerte neumonía, a consecuencia de haberse detenido el tren en el que viajaba en el puerto de Pajares. Corría el mes de marzo de 1896 y don Máximo tuvo que abandonar su querida Covadonga para reponerse en su casa natal de Nueva. Pocos meses después, el 7 de septiembre, fallecía.

El Obispo Martínez Vigil

Fray Ramón Martínez Vigil nace el 12 de septiembre de 1840 en Tiñana, concejo de Siero. El 19 de septiembre de 1858 toma los hábitos de la Orden de los Dominicos en el convento de Ocaña (Toledo). Ya como dominico se trasladó a las islas Filipinas y estudiará en la Universidad de Manila, donde conseguirá los grados de licenciado y doctor en Filosofía y Teología. Posteriormente desempeñará la cátedra de teología en dicha universidad.
En el año 1876 regresa a la península y es nombrado procurador general de
la orden dominica para las provincias de España y Filipinas. En el año 1878, por su conocimiento de las problemática en Ultramar, es nombrado consejero nato del Ministerio de Ultramar. Luego entrará a formar parte del claustro de profesores de la Universidad Central de Madrid.
El 17 de marzo de de 1884 es preconizado obispo de Oviedo, tomando posesión de la sede episcopal ovetense el 28 de junio del mismo año. En su labor como obispo de Oviedo dotó al Cabildo catedralicio de nuevos estatutos y trató por todos los medios de elevar el nivel cultural del Clero. A la muerte del rey Alfonso XII se le encomendó la oración fúnebre, que pronunció en la capilla Sixtina ante el Papa León XIII, por lo que fue premiado con el nombramiento de noble y prelado del Solio Pontificio. Fue elegido senador por dos legislaturas por el Arzobispado de Santiago de Compostela.
En Covadonga se encargará de reconstruir la Junta que promueve las obras del Santuario y nombrará al arquitecto Federico Aparici como responsable técnico de las obras de construcción de la basílica, las cuales se concluirán definitivamente en 1902. Durante su mandato comenzarán las obras de la construcción del Gran Hotel Pelayo.

El obispo Sanz y Forés

Benito Sanz y Forés nace el 21 de marzo de 1828 en la localidad valenciana de Gandía. Estudiará Filosofía y Derecho en la Universidad de Valencia, obtiene el doctorado en 1848. Continúa sus estudios en el seminario de Valencia obteniendo el doctorado en derecho canónico en 1853 y el de teología en 1857.
Es ordenado sacerdote el 27 de marzo de 1852. Trabaja en la archidiócesis de Valencia como profesor de derecho canónico en su seminario entre los años 1851 y 1857y posteriormente será nombrado Vicario general.
El 22 de junio de 1868 fue nombrado Obispo de Oviedo por el papa Pío XI, tomando posesión del obispado el 8 de noviembre de 1868. Participará muy activamente en el Concilio Vaticano I, celebrado entre los años 1869 y 1870. Restaurará la capilla del Palacio Episcopal y el retablo mayor de la Catedral. Asimismo obtuvo de Pío XI el privilegio de basílica para la Santa Iglesia Catedral de Oviedo.
Será en Covadonga donde más se notará su obra. En 1872 impulsará decididamente las obras para restauración material del Santuario. Llevando a cabo con la colaboración del canónigo Máximo de la Vega y del dibujante Roberto Frassinelli las obras del Camarín de la Virgen en la Santa Cueva y de una capilla. A su vez, inició las obras para la construcción de la gran basílica en el cerro del Cueto.
No podrá culminar la obra comenzada en Covadonga, ya que el 18 de noviembre de 1881 es preconizado Arzobispo de Valladolid tomando posesión del cargo el 31 de marzo de 1882. Posteriormente, el 30 de diciembre de 1889 es nombrado Arzobispo de Sevilla y cuatro años más tarde es nombrado cardenal de San Eusebio por el Papa León XIII. Falleció en Madrid en 1895.

lunes, 12 de abril de 2010

Pedro Poveda. Un santo en Covadonga

El padre Pedro Poveda había nacido, el 3 de diciembre de 1874, en Linares Jaén. Era hijo de una familia muy cristiana formada por José Poveda y Linarejos Castroverde. Desde muy joven siente vocación por el sacerdocio y, en 1888, entra en el Seminario de Jaén.
En 1884 obtiene una beca para estudiar en el Seminario de Guadix (Granada), donde fue ordenado sacerdote el 17 de abril de 1897. Será durante sus primeros años co
mo sacerdote en el propio Guadix, cuando se traslada a vivir al barrio de las cuevas, para desde allí llevar a cabo su labor de apostolado entre los más pobres. Aporta recursos, predica misiones populares y organiza las Conferencias de San Vicente de Paúl, para despertar la sensibilidad de toda la población por la situación de indigencia de estos barrios.
En 1902, convencido de la importancia de la educación, funda las Escuelas del Sagrado Corazón para niños y niñas pobres, aplicando los métodos de la Escuela Nueva contextualizados para aquella población, al estilo de las Escuelas del Ave María, del Padre Manjón.
En 1906, el padre Poveda es nombrado canónigo de la basílica de Covadonga, donde perteneciendo a la junta de obras del Cabildo, se ocupó del remate de las obras de túnel de acceso a la Santa Cueva y de la finalización del Gran Hotel Pelayo. Impulsó notablemente las peregrinaciones a Covadonga organizando la Congregación Nacional de Nuestra Señora de Covadonga en el año 1908. A su vez, inició su proyecto de preparar profesores cristianos laicos para evangelizar y, para ello, publicó diversos escritos sobre la problemática educativa y la formación del profesorado.
En Gijón, en 1911, funda una Academia Pedagógica para maestros y, preocupado por la promoción de la mujer, abre una Academia Femenina para estudiantes de Magisterio.
En 1913, abandona Covadonga y regresa a Jaén, donde ayudado por la joven estudiante de la Escuela Superior de Magisterio Josefa Segovia, funda la Institución Teresiana. En la que se dedicará a trabajar con profesores y maestros.
En el año 1921, es nombrado Capellán Real, por lo que se tiene que trasladar a Madrid. Aquí trabajará muy activamente en la Comisión Nacional contra el Analfabetismo, en colaboración muy estrecha con la periodista y creadora de los sindicatos femeninos católicos de María de Echarri. Sobre todo su preocupación serán los marginados
La Institución Teresiana es aprobada por el Papa Pío XI en 1924 como Pía Unión de Fieles a nivel internacional para que hombres y mujeres, desde sus diversas profesiones y especialmente en el ámbito de la educación y la cultura, trabajen por la transformación humana y social, según el Evangelio. Se le confía la organización de las Estudiantes Católicas y de las Juventudes Femeninas Universitarias, pertenecientes a la naciente Acción Católica Femenina.
A partir de 1930, ingresa en la Hermandad del Refugio de Madrid para servir a los pobres, así como a los niños huérfanos y abandonados. Murió fusilado en Madrid el 28 de julio de 1936, a los 61 años de edad, por el bando republicano. Sus últimas palabras fueron:
Soy sacerdote de Cristo.
Fue beatificado en Roma en 1993 junto a Victoria Díez, también miembro de la Institución Teresiana, y canonizado en Madrid en 2003, por el papa Juan Pablo II.