La idea de construir el hostal Favila de Covadonga puede decirse que surgió ante la falta de infraestructura hotelera tras los multitudinarios actos que se llevaron a cabo en 1918, año en el que tuvieron lugar importantes acontecimientos como la Coronación Canónica de la Virgen y la creación del primer Parque Nacional de España, el de la Montaña de Covadonga. Además de la devoción religiosa, otros valores como los históricos, así como la nueva valoración de la naturaleza fueron también causas que favorecieron el incremento del turismo en la zona y sus alrededores. Todos estos factores hicieron que fuese necesario el promover en el Santuario nuevos hospedajes, hasta entonces reducidos a la fonda de la Roxa, la casa de novenas o el Gran Hotel Pelayo, donde la clase más humilde no podía alojarse debido al alto precio a pagar. Esta última causa fue otro de los motivos por los que el Cabildo decidió construir un nuevo alojamiento en el que todas las personas, pudientes y no pudientes, tuvieran cabida.Las obras comenzaron en diciembre de 1920 gracias al espléndido donativo de 100.000 pesetas que un mes antes había entregado el benefactor Rafael Fabián, un indiano natural de Villamayor que con anterioridad había regalado un altar de mármol para la cripta de la basílica. Aunque el elevado importe pudiera llamar la atención, y más si tenemos en cuenta el año en que fue realizado, no fue más que el comienzo de una serie de donativos y suscripciones de personas de toda condición social que sin embargo resultarían insuficientes para poder culminar tan ardua tarea.Ya en la sesión del cabildo celebrada el 17 de octubre de 1924 se citaba la precaria situación para continuar las obras y se habló de la posibilidad de solicitar un empréstito de unas 25.000 ptas. para poder continuar con los trabajos. Ante la falta de recursos, fueron los propios capitulares los encargados de crear una comisión cuya encomienda fuese la de recaudar nuevos fondos con los que continuar los trabajos. Uno de los primeros acuerdos adoptados por dicha comisión fue emprender un viaje de propaganda por Puerto Rico y La Habana, expedición que fue encabezada por el magistral de Covadonga, don Samuel Fernández Miranda y por el Doctoral, don Manuel Loredo Somonte. Ésta, en compañía del conde Rodríguez Sampedro y del arquitecto García Lomas, encargado de la obras de engrandecimiento del santuario, previamente había sido recibida en el Palacio Real por el rey Alfonso XIII. Para su iniciativa también consiguieron la colaboración de la Excelentísima Diputación, entidad que consignó, en 1925, una partida de 75.000 ptas. destinada a las obras del hostal. Al año siguiente se volvió a agotar el presupuesto y las obras se tuvieron que paralizar durante tres años, tiempo tras el cual se consiguieron nuevas aportaciones que también resultaron insuficientes. Para continuar la edificación, el Cabildo, hubo de solicitar un empréstito al que de nuevo se unieron numerosos suscriptores particulares y anónimos, entre los que se encontraba el Patronato Nacional del Turismo quien, hasta finalizar la obra, contribuiría con una sustanciosa subvención anual.Su inauguración tuvo lugar el domingo 9 de agosto de 1931 y tuvieron que pasar once largos años para ver concluido uno de los mayores retos a los que tuvo que enfrentarse el Cabildo de la pasada década de los años 20. Fue el Abad, don Manuel Tamargo, el encargado de la bendición en un sencillo acto al que acudieron el Alcalde de Cangas de Onís, que ostentaba la representación del Gobernador Civil de Asturias, los Marqueses de Teverga, los señores de Miranda, el representante en Asturias del Patronato de Turismo, doña Isabel Maqua, los representantes de la prensa y gran cantidad de personas llegadas de diversos lugares de la comarca a pesar de las desagradables condiciones climatológicas con las que amaneció aquel día.Tras el acto de inauguración tuvo lugar el tradicional banquete, terminado el cual, el Abad dirigió unas palabras a los asistentes en un breve pero emocionante discurso cargado de agradecimientos para todos aquellos que habían contribuido en la ejecución y la financiación del proyecto hotelero. También hubo un recuerdo a modo de oración para los que ya no estaban presentes, personas que contribuyeron o trabajaron en la obra y que, debido a los retrasos, no pudieron verla terminada.El proyecto y diseño del edificio corresponde a los arquitectos Lomas y Manchobas mientras que la ejecución fue llevada a cabo por personas de su confianza como Inocencio Niembro y Emilio González Capitel.Según comenta el diario Región, en la crónica que ofrece de la inauguración, por aquel entonces este sobrio edificio ya contaba con unas “modernas instalaciones” entre las que destacaban las de “calefacción, saneamiento, y lavaderos mecánicos, que fueron hechas por la acreditada casa R. Nuño”, que tenía su sede en los números 8 y 10 de la madrileña avenida del Conde de Peñalver.