sábado, 9 de febrero de 2019

Palacio Valdés y Pérez Galdós en Covadonga


Muchas son las personas que a lo largo de la historia han visitado el Santuario de Covadonga y nos han dejado testimonio de su paso por este maravilloso lugar. Uno de ellos ha sido el escritor y crítico literario asturiano Armando Palacio Valdés, quien en su niñez sufrió un aparatoso accidente al caerse del caballo que montaba. Tras haber estado bastante enfermo, una vez restablecido le dijo a su madre que se había ofrecido a ir en peregrinación al Santuario de la Virgen de Covadonga.
    Como él mismo narra en la revista La Esfera, justo ahora hace cien años: “Me ofrecí, sí, pero fue después de hallarme bueno, y no por devoción, sino por el gusto de visitar el paraje donde se había iniciado la Reconquista”.
    Ese niño de buena posición no había descubierto todavía la belleza de Covadonga, recreada como un pequeño paraíso que sigue atrayendo, a lo largo de los siglos, a infinidad de peregrinos y visitantes en busca de una experiencia en plena naturaleza o que suplican paz y consuelo a la madre del Creador.
    Rápidamente su madre, Eduarda, se apresuró a dar cumplimiento a la promesa de su hijo y preparó el viaje que llevaría a Palacio Valdés a conocer Covadonga. Llegaron a última hora de la tarde, cuando ya el sol se estaba poniendo. Fue tanta la emoción que sintió al elevar los ojos, ver abrirse la vegetación y encontrarse con la tenue luz que alumbraba aquel agujero negro en el centro de una gran pared de roca caliza que su corazón comenzó a latir con fuerza, y su mente lo transportó a ese época en la que Pelayo buscó refugio y amparo en los huecos del monte Auseva. Al pisar el santuario no pudo más que exclamar: “¡Santiago y cierra España!”. El cochero, que estaba bajando las maletas, al escuchar la expresión, quedó tan sorprendido que soltó una gran carcajada al ver que aquel niño era capaz de hacer públicos unos sentimientos que muchos albergaban dentro de sí.  
    Volvió de nuevo Palacio Valdés a Covadonga en 1879, esta vez acompañado de su ilustre amigo y compañero Benito Pérez Galdós, autor de obras tan conocidas como Fortunata y Jacinta, Doña Perfecta o El Amigo Manso, libro en el que utiliza su ironía para poner en ridículo a una sociedad que menospreciaba el conocimiento, dando sólo crédito a las apariencias, y en el que describe la zona de Parres y Covadonga. A Pérez Galdós quiso enseñarle los paisajes de abundante vegetación, altas rocas y el fluir de las aguas que tanto le impactaron en su primera visita. Recorrieron los principales parajes con más curiosidad que unción, estudiaron los diferentes tipos de labriegos de la zona, interrogaron a los canónigos, compraron algún recuerdo para sus respectivas familias y escucharon las curiosas versiones que tanto eclesiásticos como seglares les contaron sobre los hechos allí sucedidos. De este modo, casi sin darse cuenta, les llegó la hora de cenar y de acostarse. Si duras estaban las chuletas que les sirvieron, más dura encontraron la cama donde habrían de dormir aquella misma noche. Tras un largo rato de conversación sobre libros, novelas, discusiones del Ateneo, críticos y editores, acabaron sucumbiendo al cansancio de la jornada y durmieron toda la noche sin pensar en las incomodidades ni en dónde se encontraban.
    A pesar de no ser muy piadoso, no sería esa la última vez que Palacio Valdés pisara Covadonga. Transcurridos los años -ya como escritor consagrado-  regresó al santuario del monte Auseva. El memorable suceso allí ocurrido – como él mismo relató – esta vez se le apareció bajo otra luz distinta.  Aquella gran hazaña de lucha de guerreros astures contra los sarracenos, que en su niñez parecía engrandecerse aún más, hoy la veía desde otro enfoque: “Es casi seguro que en la batalla de Covadonga no peleasen más de trescientos cristianos contra una pequeña columna sarracena que salió en su persecución, como afirman los historiadores árabes. Pero aquellos cristianos eran un símbolo, y un símbolo no tiene límites. Poned trescientos mil y será muy poco, poned tres millones, y lo mismo. Porque aquellos cristianos encarnaban la moral y el derecho: toda la justicia se hallaba entre sus manos en aquel momento. Los hechos no tienen más valor que el que nuestra alma les quiere dar”, decía.
    A los pies de la Santina reflexionó sobre la humanidad que “no vive de guarismos, sino de verdad, de justicia, de belleza, de valor y de genio. Y cuando todo esto se reúne a la vez, como en la inmortal batalla de Covadonga, no debe sorprender que la Virgen la dirigiese y los ángeles hayan asistido a ella”.
    Palacio Valdés, cuando le sorprendía una gran emoción, no era capaz de reprimirla y la dejaba escapar en frecuentes exclamaciones de entusiasmo. Sin embargo, muchas son las personas acostumbradas a vivir en bellos parajes y no ser capaces de apreciar la belleza que los rodea. Donde unos ven simples rocas, otros ven un paisaje sin igual; donde unos ven el escenario de una gran batalla, otros lo tildan como un paraje donde, una simple escaramuza, comenzó la rebelión de Pelayo.
    Por lo tanto, como nos dice la conocida frase del poema de Ramón de Campoamor: “…nada es verdad ni mentira, todo es según el color del cristal con el que se mira”.

Javier Remis Fernández.
(Museo de Covadonga)

sábado, 12 de enero de 2019


Ya se puede ver a la Santina en directo desde cualquier parte del mundo
Desde el pasado jueves, 10 de enero, ya se puede ver, en tiempo real, a la Virgen de Covadonga desde cualquier lugar del mundo a través de un canal de YouTube gracias a una cámara instalada en el lateral de la capilla de la Santa Cueva.
La emisión en streaming las 24 h. del día hace posible que cualquier persona, indistintamente del lugar donde se encuentre, tenga hilo directo para contemplar a la “Reina de Nuestra Montaña” sólo con entrar en: Santa Cueva – Santuario de Covadonga – 24 h.  del canal YouTube.
Acercar la Santina a todos los fieles que no puedan acercarse hasta el Santuario, por cualquier circunstancia, es una de las prioridades del Cabildo del Santuario, como ya mostró el pasado mes de septiembre de 2018 cuando comenzó a retransmitir en pruebas las celebraciones de la Novena en honor a la Virgen y el día de su festividad.
De este modo, cualquier persona con acceso a internet podrá seguir a través de la red las celebraciones religiosas que se llevan a cabo en la Santa Cueva, como por ejemplo la misa diaria de las 13:30 h. (de lunes a viernes), la de las 11:00 h. (los sábados, domingos y festivos) o el rezo del Santo Rosario que tiene lugar todos los días a las 17:00 h. 
Próximamente, a esta retransmisión en directo, se le unirán las celebraciones que se lleven a cabo en la Basílica, con lo que se pretende llegar al mayor número de fieles en todo el mundo, igual que sucede en otros santuarios internacionales como el de Fátima, en Portugal, Lourdes, en Francia o Guadalupe, en México.




jueves, 10 de enero de 2019

El Cabildo de Covadonga adquiere el libro más antiguo sobre la historia del Santuario gracias al apoyo de la Fundación Banco Sabadell.


El Cabildo de Covadonga presentó el pasado 8 de mayo de 2018 a los medios de comunicación la adquisición del libro “Spelunca B. Mariae de Covadonga in Asturiis Hispaniarum Montibus” (Cueva de la Santísima Virgen de Covadonga en los Montes de Asturias), el libro más antiguo conocido, hasta el momento, que habla de manera específica sobre la historia del Santuario.
El entonces Abad de Covadonga, don Emiliano de la Huerga, nos recordaba en una de sus publicaciones la existencia de este libro editado en Bruselas en 1635, y escrito por Josephus Geldolphus Van Ryckel. Por desgracia, en aquellas fechas, el Santuario lamentaba no contar con ningún ejemplar en su archivo.
Hasta hace dieciocho años sólo se tenía referencia de la publicación de esta obra por los datos que Nicolás Antonio nos proporciona en su Bibliotheca Hispana Nova, editada en Madrid en 1778, aunque erróneamente la databa en 1525. Debemos dar gracias a Santiago Caravia y María Jesús Villaverde Amieva, quienes al elaborar un trabajo para un curso sobre biblioteconomía organizado por la Biblioteca de la Universidad de Oviedo, localizaron tres ejemplares; uno en la Biblioteca Real de Bélgica y otros dos en la Biblioteca Nacional de España, donde uno de los cuales perteneció al gran historiador, bibliófilo y miembro de la Real Academia de la historia Pascual Gayangos.
En el mes de junio de 2001 se expuso por primera vez al público un ejemplar como el que hoy se presenta en Covadonga. Fue en la exposición conmemorativa del primer centenario de la basílica “Covadonga, Iconografía de una devoción”, y llegaba procedente de la Biblioteca Nacional Española. Ha sido un privilegio poder contemplarlo en el mismo lugar del que habla.
Dos años más tarde, el Gobierno del Principado de Asturias adquirió en una casa de subastas madrileña otro ejemplar que hoy es custodiado en la Biblioteca de Asturias Ramón Pérez de Ayala. Este se cree procedente de la biblioteca de los duques de T’Serclaes, familia aristocrática afincada en Sevilla, y por suerte no se encontraba entre los volúmenes que, a principios del siglo XX, Archer M. Huntington compró a los duques para incrementar la biblioteca de la Hispanic Society de Nueva York.
Desde el Santuario de Covadonga hace un tiempo que se conoció de la existencia de otros dos ejemplares en manos privadas. En cuanto se supo que uno de ellos iba a salir a la venta, el Cabildo inició las gestiones oportunas para adquirirlo y de esta forma ir recuperando ese fondo bibliográfico que primero un incendio, en 1777, y después las guerras de la independencia y la guerra civil española habían ido fragmentando. 
Tras recibir el apoyo de la Fundación Banco Sabadell, el pasado mes de septiembre, el Santuario de Covadonga adquirió este ejemplar que se encuentra en perfecto estado de conservación.
La obra, escrita en latín, contiene tres grabados: uno de cabecera, cargado con  símbolos victoriosos, columnas y pirámides; otro de la Virgen María que aparece, sobre el escudo del Cardenal Infante don Fernando de Austria, con el Niño en el brazo izquierdo y una bola del mundo coronada por una cruz, en la mano derecha; y por último el de un caballero teutón que viste armadura cubierta por una capa y porta en la mano izquierda una espada mientras sujeta un escudo con la diestra. A sus pies se puede leer la leyenda: LANTCOMMANDEVR. Aunque la iconografía de la Virgen difiera de la venerada por aquel entonces en el Santuario, se supone que ésta hace referencia a la Virgen de Covadonga. Nos encontraríamos entonces ante la que, actualmente, es la representación iconográfica más antigua conservada de la Santina.  

A pesar de que Ryckel, Abad de Santa Gertrudis de Lovaina, nunca debió visitar Covadonga se puede decir que era conocedor de su historia a través de la bibliografía de la época. Tras el fallecimiento, el 17 de agosto de 1635 del humanista, diplomático y escritor español, Francisco de Moncada, III Marqués de Aytona, le dedica esta obra en el que ensalza su figura y la de sus antecesores en un prólogo en el que relata los méritos de quien fuera gobernador de los Países Bajos y hombre de confianza de Felipe IV y del Conde-Duque de Olivares.
En el libro nos cuenta cómo al morir don Rodrigo, don Pelayo, hijo de un jefe cántabro, incita a los lugareños a sublevarse contra la conquista islámica y cómo las tropas cristianas se alzan con la victoria gracias a la intercesión de la Virgen. También nos dice que los refugiados en los montes de Asturias no eran más que un pequeño grupo de hombres que, desde el monte Auseva, lanzaron piedras sobre un ejército más fuerte y mejor armado que el suyo.  
A la hora de hablar de Covadonga tampoco se olvida de que los hechos que allí sucedieron marcarían el devenir del origen del Reino de Asturias, una de las efemérides de la que este año celebramos su decimotercer aniversario, y detalla una relación de reyes de Asturias y León que continuaron el linaje de don Pelayo.
Con la adquisición de esta obra vemos como el Santuario de Covadonga y la Fundación Banco Sabadell se preocupan por recuperar y divulgar piezas que en su día se encargaron de difundir la historia de un enclave de capital importancia en la historia de Asturias y en la historia de España.
Javier Remis Fernández
(Museo de Covadonga)